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El pasado 30 de noviembre, en Sao Paulo (Brasil), el GEB firmó la compra del grupo de cinco concesiones de transmisión de energía eléctrica con las que continúa su proceso de crecimiento en Latinoamérica.

 Las concesiones suman 2.416 kilómetros de líneas de transmisión de 500 y 230 kilovoltios en Bahia, Ceará, Minas Gerais, Paraíba, Piauí y Rio Grande do Norte, que se suman a los 1.743 con que ya cuenta en operación Argo, la filial que el GEB tiene en partes iguales en ese país con Redeia

 Juan Ricardo Ortega, presidente del GEB, señaló que con la compra de las cinco concesiones la compañía se consolida como la quinta empresa más grande en transmisión de energía en Brasil, exceptuando la gigante Electrobas. Tras esta adquisición, GEB sumará participación en 13 concesiones de Brasil, a través de sus vehículos de inversión: Argo, que fue adquirida en partes iguales por GEB y Redeia, y con Gebbras, que tiene en operación 1.094 kilómetros de redes de transmisión y 15 subestaciones en sociedad con Furnas.

 “Tenemos un desarrollo muy interesante en nuestro segmento de transmisión y un ejemplo es el cierre de esta compra, que es de las más importantes que hemos hecho en muchos años –dijo Ortega–. La transmisión para la electrificación del futuro es una de las bases que nos permiten tener una organización muy sólida que le está generando valor a Bogotá, al Grupo, a Colombia y a los territorios donde operamos”.

Fuente: Grupo Energía Bogotá

Como parte de la apuesta por la transición energética, Bancolombia otorgó a Enel Colombia un crédito por $449.000 millones con los que la Compañía apalancará sus objetivos de descarbonización, electrificación rural, así como la expansión de la infraestructura eléctrica.

 Se realizaron dos desembolsos. El primero por $360.000 millones, a un plazo de 7 años, con el cual Enel Colombia asumió dos compromisos: uno enfocado a llevar la energía eléctrica a 3.259 nuevos clientes rurales veredales, enmarcados en el programa Cundinamarca al 100%; y otro encaminado a aumentar su capacidad instalada de generación de energía renovable y disminuir la de generación térmica. En este sentido, la gran apuesta de Enel es construir 1.000 MW en tecnología solar y eólica.

 Por otro lado, la entidad financiera desembolsó $89.000 millones en un crédito a seis años bajo la línea sostenible, con el cual la compañía construirá tres subestaciones de alta tensión/media tensión, que en conjunto tendrán una capacidad de 240MVA, con alcance en los municipios de Funza, Mosquera, Madrid y Facatativá en Cundinamarca, así como en la localidad de Bosa en Bogotá.

Fuente: Enel Colombia – Bancolombia

!ALERTA NARANJA!

Diciembre 04, 2022

Los episodios que ha tenido el país de racionamiento del servicio de energía, todos han tenido como causa – raíz el atraso en la ejecución de proyectos claves. La tapa fue el gran apagón, que significó el racionamiento del 15% del fluido eléctrico durante 14 meses entre 1992 y 1993, siendo el atraso del GUAVIO y Porce 2 el detonante del mismo.

Lo acaba de advertir XM, la empresa responsable de la operación del Sistema Interconectado Nacional (SIN) y de administrar el Mercado de Energía Mayorista (MEM): “en dos años, si hay un fenómeno del Niño, HIDROITUANGO no entra, las renovables se siguen retrasando y la demanda crece por encima del escenario medio de la Unidad de Planeación Minero-energética (UPME), vamos a racionar. Desde ya lo decimos”.

 Y qué es lo que está pasando, ¿cuál es el peligro que nos acecha, que nos lleva a que el Sistema energético del país esté en alerta naranja?

 Como es bien sabido, el megaproyecto de HIDROITUANGO tiene un atraso de cuatro años para la entrada en operación de las 8 unidades, de 300 MW de potencia cada una, para completar los 2.400 MW, que representan el 17% de la capacidad instalada de generación. A 17 días de cumplirse el segundo plazo que le extendió la CREG a EPM para el arranque de las primeras turbinas, el Gerente de la empresa Jorge Andrés Carrillo oficializó la solicitud de un plazo mayor “para la entrada en operación…por el tiempo necesario para atender nuevos requerimientos fijados por las autoridades”. Es decir que sigue siendo incierto cuándo será ese cuando que se podrá contar con esta energía.

 De otra parte, como resultado de las tres subastas que han tenido lugar en las que se ofertaron otros 2.400 MW, aproximadamente, esta vez a partir de la generación de energía renovable por parte de 16 parques eólicos que se han de instalar en la Guajira. Pero, para la operación de estos proyectos y la inyección de la energía que se genere a la red de transmisión nacional, se requiere disponer de una Estación colectora, que se instalará en el Municipio de Uribia.

 Esta infraestructura debería estar lista este año para empezar a generar y transmitir la energía para atender la demanda del fluido eléctrico a nivel nacional. No obstante, la ejecución de los proyectos de la Colectora y la red de transporte de la energía hasta la Subestación de Cuestecitas tienen un atraso mayor, a tal punto que según el Presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB) Juan Ricardo Ortega, responsable de los mismos, “si se radica el estudio de impacto ambiental (EIA) ante la Autoridad de licencias ambientales (ANLA) el próximo año, la obra estaría lista en 2024”. Serían dos años de atraso y eso siempre y cuando se concluyan con éxito las consultas previas pendientes, que se han convertido en el nudo gordiano.  Así las cosas, mientras no se supere este impasse, la energía que llegue a generarse en los parques eólicos quedará atrapada en ellos, trocándose en parques de ventiladores.

 No hay que perder de vista que los episodios que ha tenido el país de racionamiento del servicio de energía, todos ellos, han tenido como causa – raíz el atraso en la ejecución de proyectos claves como lo son estos dos. Así ocurrió en 1976 por el atraso de CHIVOR y GUATAPÉ, en 1981 de CHIVOR 2 y San Carlos y la tapa fue el gran apagón, que significó el racionamiento del 15% del fluido eléctrico durante 14 meses entre 1992 y 1993, siendo el atraso del GUAVIO y Porce 2 el detonante del mismo. En todos los casos anteriores lo que precipitó el racionamiento fue el fenómeno del Niño, fenómeno extremo que se debe al cambio climático, que es recurrente, cada vez más frecuente, más intenso y duradero. A ello estamos expuestos nuevamente.

 Huelga decir que los proyectos de HIDROITUANGO en Antioquia y los parques eólicos en La Guajira, que sumados representan el 27% de la demanda de energía a nivel nacional, son complementarios y se respaldan mutuamente, de manera que la suerte del uno va unida a la del otro. Precisamente, la mayor importancia que tiene la integración y acoplamiento de las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER), particularmente la eólica y las solar – fotovoltaica, es la de robustecer, diversificar aún más y darle mayor resiliencia frente al Cambio climático a la matriz energética del país.

 Es urgente, entonces, superar los desencuentros entre las empresas desarrolladoras de los parques eólicos en La Guajira, que tiene en ellos, como lo he dicho y lo repito, una ventana de oportunidad. Hemos insistido en que el pueblo Wayü, cuyas comunidades están asentadas en el área de influencia de estos proyectos, que son sus territorios, declarados por la Ley como Resguardo indígena, debe ser el primer beneficiario de los mismos, empezando por el acceso a la energía, tal y como lo dispone el 7º de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Bien dice el antropólogo guajiro Weildler Guerra que “la experiencia adquirida nos muestra que nadie debería construir su paraíso con el infierno de los otros”.

 El camino para lograrlo está contemplado en el documento CONPES 4075 del 29 de marzo de este año, en el cual se trazan los lineamientos de la Política de Transición energética, el cual plantea que ello pasa por “el diálogo social para involucrar y proteger” a las comunidades. Ahora que la Ministra de Minas y Energía Irene Vélez anunció un “diálogo social” para la elaboración de la nueva “Hoja de ruta de la Transición energética justa en Colombia”, será muy importante no apartarse de estos criterios.

* Amylkar Acosta. Medina, Ex ministro de Minas y Energía.
Miembro de Número de la ACCE. www.amylkaracosta.net

Esta edición de MUNDO ELÉCTRICO, para cierre de año 2022, la hemos reservado a la Eficiencia Energética, a manera de balance y concatenación de los temas que hemos abordado en el transcurso de nuestras cinco ediciones anteriores.

La Transición Energética, las energías renovables, la recuperación postpandemia, entre otros, han sido el plato fuerte de nuestras ediciones en 2022, temas que nos llevan a vislumbrar cómo será el año que está por comenzar, en materia energética, tanto para Colombia como para el resto del Planeta. Ante este panorama, debemos empezar por recordar qué es la eficiencia energética para analizar qué tan “eficientes” hemos sido y a qué le debemos apuntar.

El concepto de eficiencia energética se refiere a la capacidad de obtener los mejores resultados en cualquier actividad, empleando la menor cantidad posible de recursos energéticos. Si nos ajustamos a estos parámetros, podremos reducir el consumo de cualquier tipo de energía y al mismo tiempo las posibles afectaciones ambientales.

Con base en este concepto y revisando un poco la historia, por lo menos en lo que respecta a Colombia, el columnista Amylkar Acosta Medina, nos recuerda que los episodios de racionamientos eléctricos vividos en el país, han tenido siempre su origen en el atraso en la ejecución de proyectos claves.

Sin ir tan lejos, es lo que hemos padecido recientemente con los desafortunados eventos de Hidroituango. Apenas, el pasado 30 de noviembre, Daniel Quintero Calle, alcalde de Medellín y Jorge Andrés Carrillo Cardoso, gerente general de EPM, anunciaron en rueda de prensa que las unidades 1 y 2 por fin cumplieron todos los requisitos para que el megaproyecto más esperado de los últimos tiempos, y del que depende la estabilidad energética nacional, arranque su operación comercial.

Y aunque los funcionarios antioqueños hicieron el anuncio mencionándolo como un “histórico logro”, cuando no se tiene la certeza de saber si las unidades restantes (de la 3 a la 8), entren en operación dentro de los tiempos previstos en el cronograma, es cuando debemos revisar y desmenuzar, nuevamente el concepto de Eficiencia Energética para preguntarnos qué tan eficientes hemos sido y a qué nos atenemos:

  • ¿Sí estamos obteniendo los mejores resultados?
  • ¿Sí estamos empleando la menor cantidad posible de recursos energéticos, después de tantos altibajos y costos que implican los megaproyectos cuando por diversas razones se salen de los cronogramas y el remedio es más caro que la enfermedad?
  • ¿Si estamos reduciendo las posibles afectaciones ambientales?

Este editorial es para poner a reflexionar al país, al Gobierno Nacional, al Ministerio de Minas y Energía, a las empresas y responsables del sector, porque el temor de seguir dependiendo de los megaproyectos hidroeléctricos, como lo hemos vivido por más de un siglo, continúa poniendo en riesgo la estabilidad energética nacional.

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