mercadeo@orvisa.com publicidad@orvisa.com comercial@orvisa.com
Carrera 73 # 63f-55 piso2, Bogotá, Colombia
+(571) 430 9049 - 430 9059 300 233 5326
Imagina una sola central eléctrica capaz de suministrar energía a toda una región México o, a un millón de viviendas. Ese es el potencial energético de la corriente que fluye en el canal de Cozumel, un estrecho entre la isla del mismo nombre y Yucatán, que podría proporcionar energía a toda la península.
La energía oceánica o marina es una fuente de energía renovable emergente que continúa bajo investigación, con escasos prototipos instalados en el mar de países como Francia, Reino Unido, España y Corea del Sur. Sin embargo, el potencial que tiene la corriente del canal de Cozumel para generar energía eléctrica lo coloca dentro de los 16 mejores lugares en el mundo con el mayor potencial energético (y esto tan solo considerando la generación a través de corrientes marinas).
Las distintas maneras en las que es posible generar energía a través del océano se pueden clasificar en 6 tipos:
• Energía de mareas o mareomotriz: es aquélla en la que se utilizan represas en la orilla del mar para aprovechar las mareas bajas y altas de un área, similar a como funcionaría una hidroeléctrica.
• Energía por corrientes marinas: es la que aprovecha el movimiento de las corrientes en la profundidad del océano. Utiliza turbinas de generación para extraer su potencial (el prototipo más utilizado es similar al de las turbinas eólicas).
• Energía undimotriz o por oleaje: aprovecha el movimiento superficial de las olas para generar energía.
• Energía por gradiente salino: se obtiene a través de la diferencia de densidad del agua dulce contra la salada en las desembocaduras de los ríos.
• Energía por gradiente térmico: se obtiene por la diferencia de temperatura del agua del mar, ya sea por efectos tectónicos o por extraer agua fría y profunda en conjunto con el agua caliente de la superficie para que los dos fluidos pasen por un intercambiador de calor (lo que libera energía).
• Energía offshore: son métodos ya maduros que pueden instalarse en el océano para obtener energía en la zona, aunque no directamente por efecto del mar. Hablamos, por ejemplo, de turbinas eólicas, o paneles flotantes para generar energía fotovoltaica, etc.
“México es una fotografía muy representativa del potencial de la energía marina a nivel mundial. Por ejemplo, un sitio con alto potencial para generar energía por mareas es en el Alto Golfo de California. Por oleaje, el mayor potencial que existe se encuentra en las costas del Pacífico de Baja California. Para gradiente térmico, hay sitios muy interesantes en Cabo San Lucas, Salina Cruz, y en Cozumel”, afirmó el Doctor Rodolfo Silva Casarín, investigador de tiempo completo en el Instituto de Ingeniería y Profesor Titular en la Facultad de Ingeniería de la UNAM (DEPFI-UNAM) y Responsable Técnico del Centro Mexicano de Innovación en Energía-Océano (también conocido como CEMIE Océano).
La generación de energía marina, como ocurre con otras fuentes, implica investigación y, sobre todo, moderación. “Para lograr un balance entre aprovechar el recurso del sitio potencial y no generar algún daño irreversible, es necesaria la investigación cruzada del desarrollo de la tecnología con los datos ecológicos suficientes de la zona donde desea instalarse”, dice Silva. “Puede ser que la energía renovable, en lugar de considerarse limpia, empiece a considerarse sucia si los efectos negativos del aprovechamiento son mayores que los positivos”. Sin prevenciones, puede provocarse, por ejemplo, dispersión de nutrientes o los efectos dañinos en el clima de la zona. Se debe investigar y calcular el porcentaje de generación de energía conveniente para cada zona para no exceder el umbral seguro.
Silva ha sido durante más de 10 años, el responsable del Centro Mexicano de Innovación en Energía Océano (CEMIE-Océano), una iniciativa que empezó como un proyecto a nivel nacional con 42 instituciones y 200 especialistas en diversas áreas. El equipo ahonda en el desarrollo de investigación de energía marina, tanto en el aspecto teórico como en el técnico y experimental de las tecnologías, pero también realiza investigación en áreas transversales como la integración ambiental y social, materiales, redes eléctricas y formación de recursos humanos.
El apoyo económico para el proyecto fue otorgado por 4 años, sin embargo con el cambio de gobierno y la extinción del fideicomiso Fondo Sectorial Conacyt-Secretaría de Energía, CEMIE Océano ha buscado otras alternativas para continuar con sus investigaciones. La entidad, han logrado obtener recursos por otras vías así como otros equipos de investigación de talla internacional se unan a su iniciativa, dando paso a CEMIE Océano A.C.
Actualmente, la entidad cuenta con más de 20 desarrollos tecnológicos y ha formado a más de 600 alumnos de diferentes niveles. “En estos momentos estamos trabajando en el desarrollo de materiales hidrófobicos para evitar el uso de biocidas en el mar. Tenemos una turbina de generación por corrientes marinas que está por probarse en las instalaciones de la Secretaría de Marina de Cozumel. Además, estamos trabajando con el desarrollo de una membrana a base de sargazo que podría costar 100 veces menos que el precio comercial, lo cual puede convertir a México en un líder en el desarrollo tecnológico para generar energía por gradiente salino", narra Silva.
El potencial de la energía oceánica es prometedor, pero lo cierto es que existen obstáculos para su desarrollo y no ha tenido el despliegue competitivo del que gozan otras tecnologías, como la solar y la eólica. Silva, considera que la energía oceánica tiene que ser una opción de complemento y no así de sustitución. “Hago una analogía con el tema del transporte. El primer transporte esencialmente fue terrestre; luego empezaron los transportes en ríos y lagos y posteriormente el transporte marítimo. Sin embargo, con el paso de los años, el gran volumen de comercio que hay en el planeta sigue dependiendo del transporte marítimo. A gran volumen, es el más económico y limpio. Sin embargo, es mucho más económico construir una carretera o un aeropuerto que construir un puerto y mantenerlo. Aquí es más o menos lo mismo. No se trata de que uno va a desplazar al otro, sino de investigar de qué manera lo podemos ir complementando”.
Un obstáculo enorme para el desarrollo de la energía oceánica en países en vías de desarrollo es la falta de visión a largo plazo en la planeación de proyectos. En ocasiones no se tienen en cuenta los costos de mantenimiento o reposición de equipos, que en muchas ocasiones tienen costos elevados. Otra variable a tener en cuenta, es la falta de continuidad a los proyectos que se da entre cambios de administración. “Si queremos ser pioneros en el desarrollo de conocimiento, es necesario empezar con modificar la educación y la conciencia de la sociedad en general”, asegura Silva.
El investigador es optimista y considera que tanto CEMIE-Océano como el aprovechamiento del potencial energético del mar en México tienen un futuro alentador. Se pretende implementar nuevas líneas de investigación con su equipo para ir un poco más lejos del concepto tradicional de energías renovables, desarrollando conocimiento de manera simultánea con soluciones ecológicas y socialmente responsables. El equipo del Dr. Silva, está adelantando investigaciones en complejos turísticos ubicados en el Caribe con el fin de asesorarlos sobre el uso de materiales convenientes para obtener un confort climático y a la vez cumplir con alternativas sustentables. También se enfocan en encontrar maneras para utilizar las energías renovables en beneficio de la restauración de ecosistemas marino-costeros. Una posible aplicación sería la de utilizar la tecnología del gradiente térmico para bombear agua fría para tratar los corales y así bajar la temperatura y el estrés que están viviendo por el cambio climático.
Otras líneas de investigación de CEMIE-Océano van más allá de la mera producción de energía. Buscan ahondar en el potencial del agua de mar para producción de agua dulce, para el enfriamiento de edificios o para el tratamiento de aguas residuales.