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En la última publicación de la asociación europea WindEurope titulada “The Impact of COVID-19 on Europe’s wind sector“, analiza la forma en que la actual pandemia afectó las nuevas instalaciones, los calendarios de subasta, financiación y la producción de electricidad en el primer semestre de 2020.
Si bien la industria eólica experimentó perturbaciones en el primer semestre en el viejo continente, los niveles de instalación en general, fueron comparables a los de años anteriores y la financiación de nuevos parques eólicos alcanzó los 14.300 millones de euros.
La industria eólica europea, está en una posición única para contribuir a una recuperación económica para el futuro, en el marco del plan de recuperación de la UE de 750.000 millones de euros, de los cuales el 30% se destinará a inversiones ecológicas.
Debido a la actual realidad del COVID-19, la cadena de suministro de la industria eólica experimentó importantes interrupciones en el primer semestre, en particular en la producción y el montaje de los componentes de las turbinas eólicas y en las importaciones de subcomponentes, principalmente de Asia.
En respuesta a las medidas de los gobiernos nacionales, las fábricas europeas experimentaron cierres temporales, especialmente en los países más afectados, Italia y España. En otras instalaciones se redujo el número de trabajadores debido a la aplicación del distanciamiento social. La reducción de la libre circulación de personas y bienes afectó a los servicios de explotación y mantenimiento y a la puesta en marcha de eólica en tierra y mar en Europa.
“La primera mitad de 2020 fue cualquier cosa menos un negocio como de costumbre. Europa aplicó medidas sin precedentes para contrarrestar la crisis sanitaria que afectó a todos los ámbitos de la economía. Pero el viento siguió siendo resistente. Nuestras turbinas produjeron una cantidad récord de electricidad. Los gobiernos nacionales celebraron subastas competitivas. Y nuestra industria siguió construyendo nuevos parques eólicos aplicando estrictos protocolos de salud y seguridad”, afirmó Pierre Tardieu, Director de Política de WindEurope.
Europa ha instalado 5,1 GW en los primeros seis meses del presente año, 3,9 GW instalados en tierra firme y 1,2 GW en complejos offshore. Las instalaciones en tierra firme fueron ligeramente superiores a la media de los tres años anteriores (3,7 GW). Las instalaciones offshore tuvieron un decrecimiento con respecto a la media de los tres años (1,5 GW). En cuanto a los países que mayores instalaciones en tierra se instalaron, Alemania tuvo la mayor cantidad de instalaciones terrestres (587 MW) aunque permaneció muy por debajo de los niveles históricos, seguido muy cerca por Francia (494 MW).
Respecto a las instalaciones offshore, la dinámica cambia drásticamente ubicando en primer lugar al Reino Unido, con una capacidad offshore nueva de (483 MW), seguido de Bélgica (235 MW), los Países Bajos (224 MW) y Alemania (213 MW). Europa necesita instalar un promedio de 20 GW por año para cumplir parte del Acuerdo Verde Europeo.
Aunque en la segunda mitad, se prevé que se construirán más instalaciones, alcanzar la previsión inicial de la asociación para 2020 de 17,7 GW es poco probable. WindEurope espera que las instalaciones presenten un rezago de un 20%.
COVID-19 también afectó la demanda y generación de electricidad en el viejo continente. La demanda de electricidad en la mayoría de los países europeos cayó hasta un 25% durante el pico de la pandemia hacia mediados de mayo. En este contexto desafiante, con una demanda de electricidad reducida y un menor suministro de energía nuclear y de gas, la energía eólica produjo 241 TWh de electricidad que cubrieron el 17% de la demanda de electricidad total del continente.
Europa se benefició de una fuerte generación eólica mucho antes de que COVID-19 disminuyera el consumo de energía, en particular en el mes de febrero, cuando el viento cubrió el 24% de la demanda de electricidad. “La energía eólica siguió siendo un proveedor de energía crítico y fiable, garantizando la seguridad energética en estos tiempos tan difíciles. Esto debería darnos la confianza para acelerar la urgente transición hacia la neutralidad climática”, señala Tardieu.
En cuanto a la financiación de proyectos, las repercusiones económicas resultantes del COVID-19 aumentaron los costos de la deuda a corto plazo y vinieron acompañadas de tensiones en la liquidez de la deuda en los estados de menor calificación en Europa oriental y meridional. A pesar del difícil entorno económico, en el primer semestre de 2020 se percibió una cifra récord de 14.300 millones de euros para la financiación de nuevas centrales eólicas.
La energía eólica marina tuvo un semestre particularmente fuerte con 11.000 millones de euros de financiación recaudados. Los proyectos importantes para llegar a la decisión final de inversión fueron los de 1,4 GW Hollandse Kust Zuid (Países Bajos) o los de 1,1 GW Seagreen Alpha y Bravo (Escocia), así como los parques eólicos marinos franceses Saint Brieuc y Fécamp.
La financiación de la energía eólica descendió a 3.300 millones de euros en comparación a los 4.900 millones de euros del primer semestre de 2019. El récord en la financiación de nuevos proyectos de energía eólica es una tendencia alentadora. Demuestra el interés de los inversores por los proyectos de energía eólica que ofrecen una seguridad a la inversión largo plazo.
“Los inversores se duplicaron con el viento en el primer semestre a pesar de las condiciones económicas muy difíciles. Esta es una clara señal: el viento es la apuesta correcta para reconstruir mejor. Invertir en el viento significa crear puestos de trabajo aquí en Europa, impulsar la actividad económica y construir un sistema energético más resistente. Asegurémonos de que los enormes esfuerzos de recuperación de Europa fortalezcan ahora la cadena de valor del viento y aceleren la construcción de redes eléctricas y de toda la infraestructura que necesitamos para lograr la neutralidad climática”, señala Tardieu.
El Consejo Europeo suscribió un plan de recuperación de 750.000 millones de euros de conformidad a los objetivos suscritos en el Acuerdo Verde. El 30% de todo el presupuesto se destinará a inversiones verdes compuestas por energías renovables, almacenamiento, producción de hidrógeno y otras actividades que impulsarán las cadenas de valor posicionando a Europa como líder en tecnologías verdes y protección del clima.
Para acceder al fondo de recuperación, los Estados Miembros deben presentar a la Comisión de la UE los planes nacionales de recuperación y resistencia antes de abril de 2021. Los planes deben establecer prioridades de inversión y reforma en consonancia con el objetivo a largo plazo de la neutralidad climática para 2050.