Según cifras del Banco de la República, en los primeros cuatro meses del año las exportaciones fueron del orden de los US $13.460 millones y las importaciones US $16.282 millones, elevando el déficit de la Balanza comercial en US $1.326 millones, al pasar de US $1.495 millones a US. $2.822 millones. Entre tanto, el déficit en Cuenta corriente de la Balanza de pagos pasó de US $10.296 millones en 2017 a US $12.661 millones en 2018, pasando de representar el 3.3% al 3.8% del PIB, que no deja de ser alarmante. Dicho déficit en el primer trimestre de este año fue de US $3.158 millones, US $808 millones más con respecto al primer trimestre del año anterior. Por ello, no es de extrañar que para el 2019 se pronostique un déficit aún mayor, del 4.3%.
Es evidente, entonces, que la economía colombiana acusa una gran vulnerabilidad en su sector externo, en un entorno que la economista jefe del FMI Gita Gopinath calificó como “incierto y cambiante”. Es de anotar a este propósito que la tasa de cambio en Colombia se ha caracterizado por los cambios extremos, pues a la hora en que se deprecia el dólar el peso es la moneda más revaluada y cuando se aprecia es la más devaluada y esta vez no es la excepción. Junto con la moneda de Turquía y Argentina, el peso colombiano ha sido una de las más devaluadas del planeta en los últimos meses. Y no hay que olvidar que, como lo sostiene la revista Dinero, “la amenaza de un choque externo puede concretarse y, por la vía de la escasez de divisas para comprar importaciones, el aparato productivo sentirá un duro golpe”.
Como es bien sabido, de acuerdo con la Directora gerente del FMI Christine Lagarde, la economía global se encuentra ante una “coyuntura delicada” a consecuencia de la guerra comercial que el Presidente Donald Trump le declaró al resto del mundo. So pretexto de defender a la potencia del Norte de los demás países que, según sus desvaríos, se han “aprovechado” de ella, con su consigna “Estados Unidos primero” como gonfalón, ha venido implementando una política proteccionista hostil utilizando los aranceles como su arma principal. Aunque su blanco principal es China, con el que libra una rivalidad por el predominio tecnológico, ni los propios aliados históricos de EEUU han escapado a la estolidez del incómodo inquilino de la Casa Blanca, lo que no es de extrañar, habida cuenta que, como lo dejó sentado John Foster Dulles, Secretario de Estado de Dwight Eisenhower en los años 50 del siglo XX, “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”.
La primera embestida de los EEUU en su declarada guerra comercial fue contra China, aduciendo que la balanza comercial entre EEUU y China estaba muy desequilibrada en su contra. Comenzó gravando con aranceles suplementarios al 25% de los productos importados desde China, avaluados en US $34.000 millones a comienzos de julio del año anterior y, como consecuencia del escalamiento de esta guerra comercial, el 10 de mayo de este año EEUU elevó dicho arancel del 10% al 25% y amplió su aplicación a más de 5.000 productos importados desde China, equivalentes a un monto de US $200.000 millones.
En concepto del FMI, esta guerra comercial podría llevar a una caída de 25% de las exportaciones chinas a los EEUU y un 36% de las exportaciones de EEUU a China. Ello conllevaría una reducción del crecimiento del PIB de 0.6 puntos porcentuales para EEUU y 1.5 puntos porcentuales para China, arrastrando consigo a la economía global, que ya muestra claros síntomas de desaceleración, malogrando la recuperación económica global en ciernes que ya se avizoraba para el 2019.
Según el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el mayor impacto sobrevendrá con la recesión económica global que puede provocar la contracción del intercambio comercial, la pérdida de confianza y la incertidumbre que ello genera. De allí que el FMI revisará a la baja su previsión de crecimiento del PIB global para este año desde 3.8% de enero al 3.3% en mayo. Por su parte el Banco Mundial redujo su pronóstico a de 2.9% a 2.6%.
Es más, según Gita Gopinath, economista jefe del FMI, “las tensiones aumentaron la incertidumbre, todos los países que forman parte de la cadena de suministro global sentirán el impacto de las tensiones comerciales”. No faltan quienes se hacen ilusiones, pensando que Colombia puede sacar provecho de esa disputa comercial entre los dos gigantes. María Claudia Lacouture, Presidenta de la Cámara de Comercio Colombo – Americana, afirma que “se han identificado, en estos nuevos aranceles, al menos 740 productos que Colombia exporta a EEUU y que podrían aumentar sus ventas a ese mercado”. Pero, como lo advierte el Presidente de ANALDEX Javier Díaz, “muchos de los productos chinos que no pueden entrar a EEUU, ahora querrán traerlos a Colombia a precios excesivamente bajos”.
Lo mismo creían en México, su vecino y su principal socio comercial. Ken Smith Ramos, negociador principal por parte de México del TLCAN en la renegociación forzada del mismo con EEUU manifestó que “no cabe duda de que la disputa entre EEUU y China representa una oportunidad para México”. Y sólo cinco días después México tuvo que firmar un Acuerdo humillante para el país Azteca, impuesto por el camorrista Trump dizque para que México se convierta en el muro que él ofreció en campaña para contener la avalancha de migrantes hacia EEUU. Bien dice el adagio, ¡cuando las barbas de tu vecino ves arder, pon las tuyas en remojo!.
Amylkar Acosta Medina.
Ex ministro de Minas y Energía.
Miembro de Número de la ACCE.
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