En una noche, en mi sueño, he visto un sereno valle que abrigaba una desolada y lúgubre aldea con desvencijadas casas, terreno reseco y polvoriento y una población labriega, famélica, indigente. Y allí, en medio de angustiante desolación, a cada paso, encontraba miseria, llanto y dolor. El hambre los había visitado para quedarse. Era la hambruna mundial.
Debe contar con una suscripción para acceder a estos contenidos