Grandes han sido las expectativas con relación a la transición energética en el marco de este nuevo mandato presidencial. Sin embargo, la anhelada transición parece atravesar un periodo de “trance”, pues se ha quedado en las expectativas y su avance se ha visto evidentemente frenado, pues los proyectos, o bien se encuentran estancados, o marchan a paso de tortuga.
No debemos perder de vista que “la energía es el desarrollo de los pueblos”, una especie de termómetro que indica el progreso, más aún para un país como Colombia, donde el avance de gran parte de los sectores de la economía, depende directamente del impulso y la capacidad energética. Sin embargo, ese impulso se ha visto ralentizado en los últimos meses; estamos próximos a cumplir un año de gestión de este nuevo gobierno, pero el tema no despega, al contrario, parece estar dando pasos en reversa, lo cual genera preocupación e incertidumbre y es una realidad que desde nuestra publicación no podemos desconocer ni pasar por alto.
Los hechos hablan por sí solos, como por ejemplo el retraso en el cronograma de las nuevas subastas de energía, la insistencia del gobierno en negarse a la búsqueda de nuevos recursos petrolíferos y de gas, y el detrimento o desestímulo de las políticas para los generadores de energía renovables, quienes ahora deben pagar un incremento representativo del 6% por concepto de transferencias al sector ambiental, con base en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo.
En contraste con estos nuevos lineamientos dados por el Ejecutivo, ya se nos vino encima el Fenómeno del Niño, y con él, un inminente incremento en las tarifas de energía. La cascada de fallidas reformas promovidas por el gobierno nacional, sumada a los escándalos mediáticos que lo han mantenido distraído durante este año, han generado una gran incertidumbre y por ende un estancamiento en varios estamentos, entre ellos, en el sector eléctrico que no avanza como se esperaba.
Por lo anterior, ad portas de comenzar este segundo año de gobierno, esperamos que el país pueda contar con un panorama mucho más claro y en verdad prometedor, para que la anhelada transición energética en la cual hay gran esperanza para que Colombia vislumbre un panorama de progreso real, en el corto, media y largo plazo, pueda ahora sí destrabarse y salir de ese “trance”, de ese congelador al que ha estado condenada en los últimos meses.